La vida y la moral se miden por las convicciones, por
mantenerse recto a pesar de los pesares, cada ser humano tiene y trae consigo
un valor espiritual que le sirve a la corta o a la larga para que el resto de mortales
que le rodean le midan su probidad y su buen hacer.
Las personas son libres de elegir un camino y seria
irreprochable que se le criticara por sus decisiones, la crítica y el descrédito se lo gana uno cuando intenta tomar varios caminos y abrazar las
causas en dependencia de las ventajas que estas le puedan ofrecer.
A mí personalmente me importa un comino (aquí iba a poner,
“una mierda” pero no quiero ser muy grosero) lo que piense Yoani, “Juan de los
Palotes” o el que sea, aunque sea un encumbrado vendedor de humo y cantos de
sirenas. Me la trae floja que esté de moda pedir la libertad de los cinco
asesinos, terroristas, espías y adláteres del Castrismo me interesa bien poco
los que vean el levantamiento del embargo como una salvación necesaria.
Una vez más queda demostrado que el tiempo pone a cada cual
en su lugar y que los que juegan con candela terminan quemados tarde o
temprano, no vale la pena y se los digo, gastar una gota de tinta en esta gente
que desvirtúan sus ideas al subir las escalerillas de un avión o las de un
pódium de lujo para la oratoria.
Este post prefiero dedicarlo a homenajear a Orlando Zapata
Tamayo en el 3º aniversario de su asesinato, a mandarle un año más un mensaje
de conmiseración a su madre Reina Luisa Tamayo, a pedirle a dios y también a
los mortales que ya que esta valiente señora paso por el dolor de la pérdida de
su hijo por lo menos no permita que la tiren a un lado y olviden con el paso
del tiempo la heroicidad de su hijo, que sean consecuente con su dolor y su
sacrificio.
Dios de larga vida al exilio histórico y a los que nunca se
destiñen, a los que abrazaron y abrazan sin matices la causa justa por la
libertad total de Cuba y el fin del totalitarismo castrista sin ceder nada a
cambio, desde los días más oscuros de la dictadura (que no fueron precisamente
estos tiempos de conferencias, viajes y excursiones de hoy), a esos hombres y
mujeres cubanos que se la jugaron a vida o muerte y que siempre se paran
derecho y con la frente en alto, a los que ya no están y que entregaron su vida
a su causa y a su patria, mi respeto.