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TE QUEDASTE.


Aquella tarde despejada de junio teníamos pensado emprender el peligroso viaje. Sentado en el muro del malecón aguardaba por ti y por la complicidad de la noche, en silencio rezaba por que el mar estuviera tranquilo. Apenas una cámara y dos remos eran nuestra tabla de salvación, convencidos de que es lo mismo morir ahogado en el mar, que atragantado por las excesivas palabras que no se pueden expresar en esta la tierra de las prohibiciones, las vigilancias policiales, los seguimientos paramilitares y las venganzas vecinales.
Tu no llegaste a la cita puntualmente y un chispazo de intuición me concedió la suficiente lucidez para darme cuenta que no te habías retrasado en un atasco, en Cuba no los hay, además era imposible que se te olvidara venir a tu cita con la libertad. Simplemente ya no estabas. No en este pactado encuentro. Tampoco por las roídas calles de la ciudad panóptica. Algún otro lugar tenebroso de la policía política te acogía en sus calabozos, te quedaste y todavía hoy te sigues preguntando si yo llegue.

En homenaje a los 11 jóvenes cubanos de la barriada de Luyano que recientemente perdieron sus vidas en el cementerio de todos los cubanos que deciden echarse al monte en busca de libertad, pocos se preguntan en la ONU lo desesperante que debe ser la vida en Cuba para la juventud cuando prefieren echarse al mar y jugársela a todo o nada, a nadie le importa allí más que la dictadura cumpla con sus cuotas y que este presente para hacerse la foto de los diarios, el pueblo de Cuba no cuenta para nada en la vida de los políticos y de las instituciones, hoy más que nunca estamos solos.