EL GOLPE DEL 10-E

Venezuela está perdida, Venezuela no tiene remedio, todo lo que caiga en las manos de los Castro pierde automáticamente la humanidad y la legalidad. Venezuela es un país gris donde todo se ha convertido en banalidad, la exaltación de “la grosería grotesca” al estilo castrista insular asoma por las bocas de una viejas papagayas que se deshacen en elogios hacia su gorila presidente disecado en el Cimeq hasta que los comemierdas de la oposición se quieran dar cuenta o le planten cara al asunto, y para los cubanos está claro que nada de esto se hace con sinceridad ni  por amor, el amor no existe en las sociedades de corte dictatorial y estalinistas, lo más sincero que pueda haber en una sociedad episódica y enferma de comunismo es la doble moral y el pillaje.

La oposición venezolana ha apostado cobardemente por no celebrar la caída del hombre que más daño le ha hecho a Venezuela, no sé si prefieren dar prioridad a conseguir en un futuro próximo, votos de chavistas arrepentidos en ausencia de su amo, que ha enfrentarlos con todas las consecuencias, pero la impresión que dan hoy con su anuencia y su silencio ante toda la trampa funambulesca chavista de los Maduro y los Cabello es de una vileza política y una cobardía moral sin parangón, están construyendo una nueva ideología y presumo que de esa ideología luego más tarde hagan un negocio, y que les salga bien.

Para que lo sepan si es que están ciegos o no se dan cuenta estos personajillos la orden primera que le han dado los hermanos Castro a Cabello es que se cague literalmente en las leyes y la constitución, ellos saben positivamente que esa práctica da buenos resultados, ellos lo hicieron en Cuba hace ya 54 años y todavía siguen con su bota sobre el pueblo cubano sin darle respiro, es tanta la brutalidad que causan estas acciones violentas que hoy el pueblo cubano ve la tragedia del exilio como una panacea para sus males.  

Mientras, los venezolanos viven con un presidente congelado en La habana, en un presente absurdo de vítores y alharaca por un muerto viviente, con un turbio pasado de hundimiento económico y moral y sin derecho a un futuro medianamente razonable, entretanto la oposición haga mutis ante la estafa constitucional de aplazar el entierro de un villano por el bien de su tropa, de una banda de "analfaburros" y de los mafiosos afines.