LO MAS FACIL.

Por: http://jack-ouza-lantern.deviantart.com/

Cuando abandonas Cuba, ya sea por voluntad propia u obligado a salir huyendo para evitar un castigo con el paso del tiempo ese sopor que producen la mezcla del agobio, el hambre y la falta de libertad van mermando sin apenas percibirlo, comienzas a rehacer tu vida sin darte cuenta y enseguida te trazas nuevas metas y estrategias para hacer viable ese nuevo renacer. Y nunca mejor dicho, ya que cuando un cubano se va lo pierde todo, llegues al país que llegues y tengas la edad que tengas la sensación es de, cómo si ese día comenzara de nuevo tu vida desde cero.

El único estigma del cual muchos no pueden despojarse es el miedo a la libertad, cuando anteriormente dije muchos es porque en realidad son casi mayoría, los cubanos que presentan un cuadro de Eleutherofobia (entiéndase miedo irracional y enfermizo a la libertad) resulta incompresible esta actitud para los foráneos, solo nosotros somos capaces de entender este cuadro clínico-psicológico.

Nacimos en un panóptico, fuimos censados y enumerados como medios básicos sociales, propiedad absoluta del estado revolucionario, totalitario y dictatorial. Se encargaron de anularnos como personas, se nos obligo a separarnos del seno familiar desde tempranas edades en las diferentes participaciones que nos fueron impuestas a campamentos, trabajos agrícolas, servicio militar, misiones “internacionalistas”, para aquellos que se opusieron también no hubo otra opción para evadir la separación y fragmentación familiar, para ellos se reservo algo mas malo, los campos de trabajo forzado, la cárcel o el destierro, sin olvidar de mencionar en toda esta pirámide inhumana de despropósitos los que peor la pasaron, los fusilados, los ahogados y los que murieron en guerras absurdas donde solo se luchaba para satisfacer el ego de los Castro.

Y todo este trabajo implementado con la perfecta sutileza de la KGB caribeña hizo mella en la personalidad de muchos de nosotros, fuimos marcados, se nos convenció de que nunca fuimos, que solo somos y que en esta intemporalidad revolucionaria estamos cumpliendo la tarea ineludible de representar la obra inhumana, el sueño apocalíptico, que nos fue encomendado por nuestro “salvador en jefe” y al cual nunca tendremos con que pagarle lo que ha hecho por nosotros, porque nada nos han dejado, ni material, ni espiritual, nos han lanzado al vacío.

Hoy lejos ya de nuestro verdugo muchos actuamos como adláteres de nuestro propio sayón, con el objetivo conseguir de limosna y sin muchos obstáculos en esas odiosas embajadas (que no nos representan) donde enfrentamos a coterráneos que reciben sus sinecuras en retribución de lealtades, el permiso para ingresar temporalmente a la jaula donde languidecen los familiares que dejamos atrás.

El 31 de diciembre de 1958 perdimos la libertad y 52 años más tarde prevalece en nosotros la confusión de los primeros días, el hontanar de la libertad cubana volverá a manar el día que interpretemos bien la relación que hay entre unión y fuerza, y valoremos su importancia. Lo más fácil sería sentarnos a esperar, lo más fácil sería también pedir la restitución de nuestros derechos y libertades mediante un documento, pero nada resulta fácil cuando tratamos con dictadores, vulgares y delincuentes.