El PODER DEL PUEBLO, UNA UTOPÍA CUBANA.

¿Quién?, ¿Qué cubano? 

Donde está el ciudadano que puede creer en este flamante mensaje que abandera al parlamento cubano y sus dudosos órganos del poder popular.

"El poder del pueblo, ese si es poder"

Cuba es el paraíso de los eslóganes inviables, de las promesas vacías, "Vamos bien" dice el coma_andante desde las vallas plantadas por las principales vías de la ciudad en ruinas, como si anunciara una nueva promoción inmobiliaria, ya lo dijo Martí "La larga posesión del poder quita el sentido".

En los últimos tiempos hemos visto a un presidente Raúl hermano del incompetente coma_andante muy preocupado por la eficiencia empresarial, anunciando que se harán recortes laborales a marcha forzada pero de las graves necesidades habitacionales del pueblo no se habla nada. Todo parece indicar que entre las principales postergaciones planificadas por el agonizante régimen castrista se encuentra la rehabilitación de viviendas y los servicios comunales, la destrucción y la mugre se han apoderado de La Habana y en medio de las ruinas los cubanos se afanan por sobrevivir, la ciudad semeja un gran campo de batalla el día después de la contienda, los edificios desvaneciéndose por el paso del tiempo con ausencia total de mantenimiento van aportando con sus derrumbes materiales que se reciclan para reparar otras ruinas próximas.

La vivienda es pilar del núcleo familiar en cualquier sociedad, es el lugar donde habitamos con nuestra familia, recogida en la constitución como un derecho fundamental, que obliga al estado a proteger a sus ciudadanos y garantizarles a todos sin excepción este derecho, pero que los dirigentes revolucionarios parece ser que no lo toman con la seriedad ni la importancia que el mismo requiere, la perspectiva que nos brinda es que el acusado deterioro de las edificaciones es un problema importado, es una causa ajena a “los logros revolucionarios”, es como dijera un buen revolucionario “por culpa del bloqueo”.

Tomen nota flamantes dirigentes revolucionarios, el hogar no es sólo un grupo de personas residentes en la misma vivienda familiar y unida por lazos de parentesco. Es mucho más: es nuestro cobijo, es el nido donde hemos fundado un amor y una familia. El hogar es nuestra defensa frente a la intemperie y la inclemencia del exterior; allí queda a salvo nuestra vida privada. No se trata solamente de tener una vivienda, ni de que ésta sea espaciosa, lujosa o confortable. No. Se trata de que sea un lugar cada vez más propio e íntimo. Un  lugar donde se pueda convivir en armonía desde la modestia pero con condiciones mínimas que garantizan la dignidad.

El hogar es la primigenia escuela de educación en las virtudes tanto para los padres como para los hijos. Allí se aprende a renunciar al egoísmo, a conocer nuestros propios sentimientos, a hacernos cargo de las propias responsabilidades, a cultivar las relaciones familiares que son las más íntimas relaciones interpersonales, a resolver pacíficamente los conflictos, a forjar nuestro carácter y nuestra conducta. El hogar es el “hábitat natural del hombre” donde nace y crece como persona, donde aprende a ser persona.

Nuestra vida en familia es parte de nuestra vida personal, ambas confluyen y se retroalimentan; si una está bien, la otra también y viceversa. No debemos olvidar que nuestra vida personal y familiar es la mayor y mejor empresa. Sólo nosotros podemos lograr que en vez de que vaya en decadencia sea una empresa exitosa, cuyos dividendos y utilidades sólo se miden en felicidad y paz interior. Pero todo esto parece sonar hueco en los oídos de los incapaces que mal dirigen nuestro país, estos principios no parecen estar acordes con la moral revolucionaria y como venganza atacan a las familias cubanas con el pesimismo y la apatía, privándoles de un hogar digno y estable, por eso la sociedad cubana hoy esta tan desorientada y desesperanzada.

Si se trata del pueblo y/o para el pueblo no hay prisas, en Cuba las cosas llevan un orden invariable que no se altera y el que proponga un cambio enseguida es perseguido y apartado de la sociedad por no acogerse a la obligada uniformidad de criterios y pensamientos que exige la revolución a sus afiliados, primero está el Estado (entiéndase la familia imperial) luego el turismo que son los que dan de comer al estado y por último el pueblo que recolecta con mil trabajos las migajas que deja caer el estado después de su gula familiar.

Hasta cuando hay que esperar por lo prometido, señores revolucionarios llevan 51 años enfrascados en construir un paraíso y el paisaje cada vez se torna mas funambulesco dada su similitud con el infierno.

Fuentes: Los funerales de Castro. 2009. Vicente Botín. Pagina web am-abogados.com. Articulo La vivienda familiar. 2008. Patricia Alzate Monroy. Pagina web del parlamento cubano.