El socialismo un día cansado de tanto frío decidió irse a una isla del Caribe. Allá por el lejano año 1959 se instalo en el poder un dictadorzuelo con ínfulas de economista y don de creer tener la formula de la verdad más absoluta. Aprovechando la ocasión le vendió a todo el pueblo la idea de instaurar el socialismo como forma de gobierno aduciendo que este era un sistema donde no existían clases sociales y todos eran tratados por igual y con iguales derechos.
“La producción y la riqueza deben ser repartidos equitativamente entre todos para el beneficio común” argüía el máximo líder.
El pueblo adormecido por los nuevos cantos de sirena acepto el experimento y sin ser conscientes de ello emprendieron el camino de su autodestrucción. Muy bien, dijo el máximo líder a la multitud, de ahora en adelante el trabajo de todos les dará el mismo beneficio común a todos por igual, no importan las diferentes complejidades, ni el esfuerzo personal y mucho menos las actitudes individuales. Aunque no todos entendieron muy bien el nuevo plan del profeta, aquellos que eran más holgazanes y menos emprendedores, que eran los más numerosos aceptaron de inmediato, lográndose así fácilmente la mayoría de votos.
Al poco tiempo se empezaron a ver como la productividad en general bajaba considerablemente, como es natural los que habían dado todo su esfuerzo y entrega en las labores asignadas estaban inconformes y en tanto los que holgazaneaban y apenas habían sido eficientes en sus trabajos se encontraban satisfechos y felices.
Ya pasado muchísimo más tiempo de la puesta en marcha del revolucionario experimento, aquellos holgazanes de los primeros tiempos se habían convertido en vagos crónicos y acérrimos defensores del experimento socialista y los otrora trabajadores sacrificados y esforzados decidieron no esforzarse tanto, ya que hicieran lo que hicieran, siempre recibirían lo mismo por su trabajo al igual que los que no hacían nada.
Entonces sucedió lo esperado, al perderse los incentivos y el afán de prosperidad el ánimo decayó. Nadie quiso trabajar, esforzarse y mucho menos dedicarle más tiempo a los sacrificios, y la motivación por un futuro mejor desapareció.
Hoy nadie está conforme, los buenos trabajadores ni siquiera se pueden quejar de que no se tome en cuenta su dedicación, por temor a las represarías, pero los vagos crónicos revolucionarios dicen con autoritarismo que si es justo obtener beneficios a través del esfuerzo de los demás. En estos largos años de experimento cruel y fallido muchos tomaron la determinación de abandonar el falso paraíso social, otros intentando ejercer sus derechos han levantado la voz a los responsables de tal despropósito, y como recompensa han sido fusilados, encarcelados u obligados al destierro, según la gravedad de la rebelión.
A día de hoy los máximos responsables de tan diabólico experimento revolucionario se encuentran todavía en el poder, analizando y re-analizando sus sagrados errores, sin un ápice de arrepentimiento, sin la remota posibilidad de ser removidos de sus cargos por los errores cometidos, peleándose entre sí, culpándose los unos a los otros y también a terceros que nada tienen que ver en el descalabro. Pretendiendo ahora con total urgencia y desde el resentimiento más absoluto, modernizar y aplicar nuevos castigos al pueblo para dar continuidad a su diabólico experimento social, hasta el final de sus días.
Este es el resultado del socialismo en Cuba, donde todo es de todos, y a la vez de nadie en particular, los resultados obtenidos en más de medio siglo tienen una explicación muy sencilla. El ser humano está dispuesto a sacrificarse trabajando muy duro, cuando la recompensa llena sus expectativas y justifica su esfuerzo.
Cuando un gobierno autoritario y sordo a las críticas suprime los incentivos y la iniciativa privada, despoja al trabajador de la posibilidad de ganar un salario acorde a su esfuerzo y a la vez que trata de repartir por igual los paupérrimos beneficios colectivos, nadie se sacrifica para mejorar las condiciones de su entorno, el incentivo está en que cada individuo pueda hacer o por lo menos intentar hacer realidad sus sueños personales, siempre desde el respeto a su propia libertad.
Un último razonamiento en respuesta a esa constante necesidad que ha sentido a través de todos estos años la dictadura cubana, queriendo hacer ver que ellos están apoyados por una mayoría del pueblo.
“Las mayorías no tienen por qué tener la razón solo por ser mayoría. No necesariamente.
Tienen superioridad numérica, pero nada más”
“Muchas veces la mayoría significa que todos los ineptos están del mismo lado”
7 comentarios:
En tu comentario mediocre te olvidas al final que las mayorias son las que decidan el destino de una nacion de eso se trata la democracia la historia de una pais como Cuba no se puede resumir de esta manera pues con esto pisoteas la inteligencia de hombres y mujeres que dentro de la Isla rebelde se resisten a perder como ya lo hicieron ustedes
asere eso de que todos los ineptos estan del mismo lado lo dices por la mafia de miami?
CABALLO BLANCO
Expreso mi solidaridad por Agustín Cervantes y te invito asere cubano a difundir la noticia de ésta triste situación en este blog.
http://xurl.es/5fhbs
Guille, yo pensé que era en mi blog que entraban anormales castristas, pero también en el tuyo. ¡Los pobres!
Le están cogiendo es gustillo han ido en aumento, jajaja. Saludos Iliana.
Bueno, eso quiere decir que nos leen y se encabronan...¡muy bien! Si los perros ladran, es porque andamos, ¿no?
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