Los nacidos
en Cuba en la segunda mitad de los años 80 se quedaron atrapados entre las
carencias materiales y espirituales, ellos cuando abrieron los ojos no
alcanzaron a ver las mínimas ayudas dadas por los rusos a través del CAME (se
acuerdan de la carne rusa, el choco leche, el pollo a la jardinera, etc.) a
cambio de una silenciosa enmienda castrista que entregaba incondicionalmente la
isla para que el campo socialista la usara a sus anchas en militarismo y
espionaje en el área del Caribe.
Estos
muchachos no disfrutaron nada, no supieron lo que era un hotel en moneda nacional,
tampoco alcanzaron la educación medianamente aceptable (comparada con el
desastre que es hoy) con mobiliario y material de estudio aunque penetrado hasta
el tuétano por la ideología comunista, en condiciones mínimas aceptables, con
maestros titulados y serios con su trabajo.
La opción
cero y la entrada del dólar en la vida de los cubanos marco un antes y un
después del desbarajuste castrista, ya para ese entonces la familia venia
tocada por la ruptura de las escuelas al campo y las becas, las cuales Castro
implanto no con muy buenas intenciones, él sabía desde el principio que estas
prácticas de separación y distanciamiento contribuían a debilitar la unión
familiar y a borrar del todo las reminiscencias de la arraigada fe cristiana en
los cubanos y los principios conservados desde las generaciones anteriores a la
dictadura.
Todo esto
explica las actitudes del cubano desmedrado de hoy y esa obsesión por abandonar
la maldita isla que intenta devorarlo desde que tiene uso de razón, yo
personalmente no estoy en contra ni veo mal que se quieran ir, sería un egoísmo
de mi parte porque yo en mis días también viví y compartí esa obsesión. Lo
único que critico y mucho es practicar el cinismo a tal punto de pedir asilo
político en USA y al año y un día ir alegremente a la jaula desde donde
escapaste 366 días antes a echarle en cara a todos allí tu ficticia
prosperidad, porque a mi quien me hace creer que en el primer año de exilio se
prospera tanto como no sea pidiendo prestado o delinquiendo.
Castro ha
hecho su desbarajuste a la ley de ajuste alargando hábilmente la estadía de sus
esclavos en el exterior a 2 años, con este tiempo le vale para escurrir el
bulto y para materializar su afán recaudatorio, además de convertir el exilio
en un coladero de agentes infiltrados con total impunidad.